Un sistema eléctrico moderno y robusto debe cumplir con varios atributos claves para garantizar un suministro eficiente y seguro.
Los principales atributos son:
1. Disponibilidad. Se refiere a la capacidad del sistema de generar y entregar energía cuando se necesita, es decir, que haya suficiente capacidad instalada (generación, transmisión y distribución) para cubrir la demanda en todo momento.
Ejemplo: Tener suficiente capacidad de generación para abastecer la demanda máxima incluso en picos de consumo.
Indicador típico: porcentaje de tiempo que el sistema está operativo (cercano al 100%).
Ing. Guillermo López Flores
2. Confiabilidad. Es la probabilidad de que el sistema opere sin fallas o interrupciones no planeadas. Incluye tanto la generación como la transmisión y distribución.
Claves: Mantenimiento adecuado, redundancia en la red, equipos de calidad.
Indicadores: Frecuencia y duración de cortes (SAIDI/SAIFI).
3. Estabilidad. Es la capacidad del sistema para mantenerse en equilibrio ante perturbaciones (por ejemplo, una línea caída, un generador que se desconecta o una variación brusca de carga).
Los tipos de estabilidad son:
Estabilidad de frecuencia: Mantener la frecuencia cercana a 50 o 60 Hz.
Estabilidad de voltaje: Mantener voltajes dentro de márgenes seguros.
Estabilidad transitoria: Respuesta ante fallas repentinas.
Ejemplo: Si sale de servicio una central grande, el sistema debe adaptarse sin colapsar.
4. Resiliencia. Es la capacidad del sistema de recuperarse rápidamente frente a eventos extremos (como desastres naturales, ciberataques o crisis energéticas).
No es sólo resistir el evento, sino adaptarse y restaurar el servicio de forma eficiente.
Incluye planes de contingencia, diseño modular, capacidad de autoaislamiento de zonas afectadas, etc.
En conjunto:
- Un sistema disponible pero no confiable sufre fallas frecuentes.
- Uno confiable pero no resiliente puede colapsar ante eventos extremos.
- Uno estable pero sin capacidad extra no puede crecer ni atender picos.
Por eso, todos estos atributos deben trabajar en sinergia para asegurar que el sistema eléctrico:
- Funcione de manera continua,
- Sea capaz de adaptarse y recuperarse,
- Y garantice calidad de servicio a corto y largo plazo.
Disponer de una matriz de generación diversificada (hidroeléctrica, térmica, renovable, nuclear, etc.) mejora significativamente la confiabilidad, disponibilidad y resiliencia del sistema eléctrico.
Pero en Paraguay, el 100% de la energía es hidroeléctrica, que depende de condiciones hídricas y climáticas y para peor, depende prácticamente de un mismo río. En palabras más realistas, no tenemos 1 kW de fuente alternativa despachable o de respaldo.
Como sucedió en España y vecinos, la robusta interconexión ayuda mucho en casos de emergencia. Tenemos interconexión pero no integración con Argentina ni Brasil.
Integración significa que podemos vender y comprar en forma normal y en emergencia. Tampoco no tenemos acuerdos de auxilio de emergencia energética como tienen Brasil, Argentina, y Uruguay.
En caso de déficit, debemos comprar de Brasil o de Argentina, al precio de 100 o más dolares x MWh, y que tanto se plaguean algunos.
Comprar de Argentina, la generación a gas no es tan segura todavía. De Brasil es más factible, gracias a la potente interconexión en corriente continua que hoy lleva nuestro excedente al Brasil.
Lo bueno de Brasil es que tiene capacidad de generación de 204.000 MW y una demanda máxima de 102.000 MW. ¡Una capacidad de generación de respaldo del 100% y 85% renovable!.
El margen de seguridad o margen de reserva, el porcentaje de exceso de capacidad de generación sobre la demanda máxima varía según las características del sistema eléctrico, el nivel de interconexión regional, la participación de energías intermitentes (como la solar o eólica) y los estándares regulatorios.
Como rangos de referencia comúnmente aceptados:
Margen de reserva recomendado:
Mínimo aceptable: 15%–20%
Recomendado en muchos países: 20%–30%
Sistemas con alta participación de energías renovables intermitentes: Hasta 40%–50%, para compensar la variabilidad e incertidumbre.
En condiciones normales, cuando el río Paraná está con caudal hídrico normal, de acuerdo a nuestra demanda actual, disponemos de unos 8.500 MW, lo que se traduce en una capacidad de reserva del orden de 90%. Nada malo.
Hay mucho por hacer, pero seguimos con soluciones de rutina y clásicas, leyes aisladas y desestructuradas.
Hay que:
- Invertir fuertemente en la red eléctrica y mejorar la capacidad de gestión de la misma.
- Diversificar la matriz energética con renovables no hidroeléctricas para más resiliencia.
- Realizar los ajustes estructurales para incorporar la inversión privada, pues el Estado no está en condiciones de financiar y su capacidad de endeudamiento está al límite.
- Fortalecer la institucionalidad y el marco legal para atraer inversión privada.